No hace mucho estaba conduciendo por mi urbanización, y noté un señor que estaba comenzando a cruzar la calle. Este vio mi carro, aligeró el paso, y me dio las gracias con un gesto de la mano. Aunque no lo hice, me dieron ganas de bajarme del carro y darle la mano, felicitándolo.
Hoy en día es la reacción que tengo cuando presencio algo poco usual y positivo. Recuerdo cuando las carreteras pertenecían a los automóviles, y las aceras a los peatones. Los peatones que cruzaban las calles lo hacían con precaución, ligereza, y respeto al tráfico vehicular. Pero poco a poco, como muchas otras cosas en nuestra cultura, comenzaron a verse cambios.
Desconozco quienes han tenido la experiencia de llegar a un cruce escolar en su carro, y esperar por los jóvenes que están cruzando a pie. Es algo asombroso. Típicamente lo que ocurre es lo siguiente. El joven, o grupo de jóvenes, prácticamente se tiran a cruzar sin mirar. Ellos entienden que es la responsabilidad total del chofer de carro el tener que detenerse en seco mientras ellos cruzan. Es prácticamente un acto desafiante, donde los jóvenes básicamente están retando a los carros a que los impacten.
Cualquier velocidad de caminar que los jóvenes habían utilizado en los predios escolares, o en cualquier otro sitio que no sea la carretera, es inmediatamente reducida por la mitad cuando comienzan a cruzar. O sea, ahora voy a caminar más lento para que tengan que esperar por mí. Y… ¡Ay del que se le ocurra tocar la bocina! Se arriesga a que los jóvenes se detengan totalmente en el medio de la carretera.
Es increíble esto. Hablando por mi persona, yo soy físicamente incapaz de cruzar una carretera de esa forma. Debe ser algo programado en el cerebro. Como el señor que vi aligerando el paso y dándome las gracias al cruzar la calle, de la misma manera cruzo yo las calles cuando voy a pie.
Los que reparten los periódicos en las luces, o están vendiendo algo, tienen sus propias técnicas que jamás podría adoptar. Recuerdo cuando antes del semáforo cambiar a verde, ya los vendedores habían salido de la carretera para darle paso a los carros. Hoy en día se quedan en la línea entrecortada, dándole a los choferes un obstáculo más al arrancar de la intersección. Dios no lo quiera, pero me preocupa el día en que un chofer esté pendiente a cambiar de carril, y no vea uno de estos vendedores parados en la línea entrecortada. Es como si todo el mundo le hubiese perdido el respeto al tráfico vehicular.
Lo de los jóvenes cruzando se ha propagado a otras edades, y no se limita a zonas escolares. Ahora en cualquier sitio, cualquier peatón se tira a cruzar de la misma manera… como si estuviera paseando por la sala de su casa, y retando a los carros que lo toquen.
Esto es otro ejemplo de cambios en nuestra cultura que han sido para empeorar, no para mejorar. Denota la actitud desafiante que le estamos enseñando y permitiendo a las generaciones que vienen subiendo. ¡Qué pena!
Parecerá un detalle insignificante dentro de nuestro entorno diario. Pero yo opino que es emblemático en cuanto a la cultura de hoy en día cuando comparamos con las generaciones pasadas.
No les extrañe que un día vean un grupo de jovencitos abriendo par de sillas en el medio de la calle para sentarse a pasar el rato.