Hago un llamado no solo al municipio de Luquillo, sino a los gobiernos de todos los municipios de Puerto Rico y al mismo gobierno estatal.
¿Cuándo será el día que el gobierno se ocupe de distinguir entre lo que es la práctica noble y necesaria de llevar la palabra de Dios… y lo que es la práctica abusiva y atropelladora de violar la paz de urbanizaciones y vecindarios con la grita’era disfrazada como “culto religioso”?
¿Cuándo vamos a prohibir que los “pocos” amedrenten a los “muchos”, utilizando blasfemamente el nombre de Dios para cometer sus atropellos y sus abusos?
¿Cuándo va a haber un político con los ____nes bien puestos que haga lo correcto… al diablo con los votos y el “qué dirán?
En esto seguimos pareciéndonos a un país tercermundista, donde algunos ciudadanos carecen de la habilidad o el deseo de respetar los derechos humanos y observar los principios básicos de decencia, consideración y respeto.
Culturalmente nos gusta el alboroto. Por lo cual… combinando eso con la vagancia de no ir casa por casa ofreciendo llevar La Palabra… culmina en la práctica abusiva y atropelladora de hacer cultos en la calle con las bocinas más poderosas que pueden conseguir.
Y si por lo menos el mensaje fuese hablado. Pero lo que hacen es gritar con un guille falso de orador… y destruirle la paz a los pobres residentes cercanos que no les cuesta de otra mas que aceptarlo… porque quejarse sería “quejarse contra Dios.” ¡Qué ridiculez más absurda y tercermundista!
Yo soy cristiano, pero asisto a la iglesia de mi preferencia, y respeto la práctica de tratar de alcanzar a las personas con el mensaje bello de la Biblia y de Dios.
Pero los atropellos que sufrimos rutinariamente son eso mismo… ATROPELLOS… y es ABSURDO que se permitan en estos tiempos.
¿Cuándo vamos a aprender?