Palabras mágicas de mi niñez. Con solo escucharlas de mi padre (en un tono normal o bajito), los resultados eran inmediatos.
Esto era un “síntoma” de una condición extremadamente rara hoy en día. Se llama, “disciplina.” Esta condición se desarrollaba a lo largo del tiempo con la debida atención a los niños y a sus malos comportamientos (Sí… el mal comportamiento existe).
Lo que mi padre no hacía eran los siguientes métodos que uno observa hoy en día:
“Deja eso a la una. Deja eso a las dos…”
Es cómico ver esto utilizado en público. Los niños hábiles se lo “gufean” y lo convierten en un juego. La mayor parte de las veces el comportamiento sigue sin consecuencias.
“Deja eso, o el mesero te regaña.”
La disciplina no se delega. Mucho menos a un extraño. Pero es el miedo de ser “el malo de la película”… así que sea el mesero o el que esté disponible, le tiran “la papa caliente.”
“Vamos a negociar.”
(Inserte un “facepalm” aquí). ¿¿En serio?? Un terrorcito de cuatro años causando un escándalo de proporciones épicas en una tienda… ¿¿y van a negociar con él??
“Ignórenlo, que ya mismo se calma.”
Tremendo. Mientras tanto, el restaurante se ha vaciado y los que acaban de llegar piden su comida “calle.”
Estoy totalmente a favor de los adelantos en muchas áreas hoy en día. Pero de la misma forma critico donde hemos retrocedido, queriendo “buscarle las cinco patas al gato” en las etapas de formación de un niño.
Los resultados se ven en los adultos productos de ambas escuelas de crianza.
Super alineada contigo Rey. Mi experiencia fue la misma con el Dejo eso. Excelente tema.
Gracias, Keila. Uno crea las bases necesarias cuando son pequeños… y después no tiene que estar pasando tanto trabajo con niños incorregibles. Gracias por tus comentarios.