Hacía tiempo iba a escribir un artículo sobre mis experiencias en oficinas de CESCO (Centro de Servicios al Conductor) en Puerto Rico. Ahora, en medio del toque de queda y con todas estas oficinas cerradas por el momento, creo oportuno hablar sobre ellas pero desde otra perspectiva.
Primero, mis experiencias previas en CESCO. Se me haría difícil describir otra oficina de gobierno o privada con una aglomeración de personas mayor que las que personalmente he visto en los CESCO. En la que yo he visitado, desde que uno entra por la puerta, está cruzando una fila que viene desde el mostrador de “Información.” Esa fila cruza por frente a la entrada principal, y da varias vueltas estilo “Disney.”
Una vez uno llega al mostrador de “Información”, le asignan un turno a uno, y le toca sentarse en una de las sillas que ya no están disponibles. Esto obliga a uno a pararse en alguna área que no interfiera con la fila de “Información” o con las otras filas que hay. Entre todas las personas que visitan el CESCO por un sinnúmero de propósitos, el total de personas (en mi humilde opinión) ridículamente excede todos los estándares existentes de aquellas agencias que regulan la cantidad de personas en un espacio.
Debo entender que una vez levanten el toque de queda, esto va a cambiar drásticamente. ¿Qué medidas se pueden tomar tanto en los CESCO como en cualquier otra oficina de gobierno?
Primero, fortalecer y actualizar el sistema de citas “online” que comenzó desde el 2018 (CESCO Citas). Se entiende que no toda persona tiene acceso a Internet o no sabe usarlo, pero es imperativo fortalecer este sistema y maximizar su potencial.
Segundo, facilitar el poder obtener e imprimir (o llenar “online”) los formularios necesarios para las diferentes gestiones. Esto ahorraría una cantidad inmensa de tiempo y esfuerzo.
Tercero, tener un sistema robusto de información por teléfono. Sabe Dios cuantas visitas innecesarias se pueden evitar si las personas ya saben todo lo que tienen que hacer de antemano. Debe haber un cuadro telefónico con el personal conocedor suficiente para atender y orientar al público por teléfono.
Cuarto, más oficinas pequeñas en vez de una gigantesca para todas las gestiones. Lo primero es que oficinas como la de Fajardo no tienen suficiente estacionamiento. Es cómico ver como el banco que está al lado tiene que emplear un guardia de seguridad para impedir que personas que no son clientes del banco se estacionen ahí. La única alternativa es la calle, y tampoco se consiguen estacionamientos.
Quinto, limitar el número de clientes a aquellos que CESCO pueda o vaya a atender durante el día. Encuentro ridículo el que personas que quieran sacar su licencia de conducir vayan al CESCO, hagan turno y esperen todo el día, solo para escuchar muchas horas más tarde que no se les va a atender y que vengan otro día. Esto raya en lo “tercer mundista.”
Lo cierto es que las medidas de distanciamiento social van a ser una realidad por buen tiempo. El hecho de que levanten el toque de queda y abran las oficinas de gobierno no significa que volvamos a los “hormigueros humanos” del pasado. Tener a todo el mundo “ataponado” en el mismo sitio, aunque tengan mascarillas, tampoco va a resolver el problema.
Quizás la naturaleza nos ha dado la oportunidad perfecta de mejorar muchos de los sistemas inadecuados e inefectivos del pasado.
Aprovechemos la oportunidad.