Acercándose el mes de septiembre, indudablemente la temporada de huracanes no habita muy lejos de la mente de la mayor parte de los puertorriqueños que vivimos en la isla. Aquí en Luquillo sufrimos la destrucción del Huracán Hugo en el 1989, pero en el suroeste de la isla ni cuenta se dieron que había pasado un huracán. Sin embargo, el 20 de septiembre del 2017 cambió todo.
Quisiera pensar que como isla estamos mucho más preparados para el impacto de un huracán de lo que estábamos antes de María. En lo personal, he tratado de ponerme al día con algunos de los preparativos que todos conocemos como: tormenteras, suministros de primera necesidad, un generador, y otros. Pero… colectivamente… ¿Cómo estamos en cuanto a preparaciones para otro desastre natural?
Hago una analogía a los acontecimientos recientes en nuestro gobierno. He escrito varios artículos en mi “blog” con relación a “lecciones aprendidas,” frase popular en la industria donde se pretende evitar los mismos errores que impactan un proyecto, en futuros proyectos. Llevado a cabo correctamente, el ejercicio de “lecciones aprendidas” es una útil herramienta, inclusive hasta para la vida personal. Relacionado al gobierno, escribí varias lecciones que debemos aprender y utilizar hacia el futuro. En resumidas cuentas, si permanecemos con los mismos partidos políticos y las mismas estructuras políticas, hemos echado la oportunidad de aprender nuestras lecciones “al zafacón,” y de nada ha valido. ¿Aprendimos las lecciones? ¿Estamos listos para las próximas elecciones?
Volvamos a los huracanes. El Huracán María dejó al descubierto las serias fallas en la infraestructura del país. Muchos elementos del sistema eléctrico del país ya estaban débiles y en necesidad de arreglar y/o reemplazar. Esto… ¿Se ha hecho? ¿Se está trabajando? ¿Con la debida urgencia considerando que vivimos en “Hurricane Alley” (la Autopista de los Huracanes)? Las mismas preguntas podemos hacerlas sobre los sistemas de comunicaciones, los sistemas de agua potable, los sistemas de transportación y de acarreo, los sistemas de salud pública, en fin… todo lo que necesitamos fortalecido para la eventualidad de otro impacto de un huracán.
Nuestro gobierno, el cual se vio en la no envidiable situación de tener que manejar los estragos hechos por un huracán Categoría 5, intentó reaccionar de manera eficaz y eficiente después del azote de María. Hay que dar el crédito merecido. Sin embargo, pronto se apoderó la ineptitud, la corrupción, y la crasa ineficiencia que inclusive ha contribuido a que el Presidente Trump nos insulte como le dé gusto y gana, diciendo que Puerto Rico ha botado la ayuda que se le ha otorgado.
Por más que no nos guste la actitud de Trump, es difícil defendernos cuando aparecieron vagones de suministros podridos e inservibles. Cuando todavía hay millones de botellas de agua en paletas, dañándose bajo el sol en diferentes partes de la isla. Cuando todavía, después de dos años de María, sigue habiendo mucha gente sin las necesidades básicas.
Así que vuelvo a hacer la pregunta… ¿Hemos aprendido lo suficiente de las lecciones dadas por los desastres de Irma y María en el 2017 como para decir que estamos mejor preparados que en aquel momento?