Una frase que he escuchado por muchos años es, “Puerto Rico es una isla bendecida por Dios.” Mayormente la escuchaba cuando pasaba un huracán cerca, pero viraba a último momento y no nos afectaba. Lo que no me gustaba de la frase era que no tomaba en cuenta las islas vecinas.
Si el huracán nos esquivaba pero azotaba a la República Dominicana, no quería pensar que Dios lo había enviado ahí. Mi creencia es que Dios nos bendice a todos siempre, no importa donde vivamos.
En septiembre del 2017 se nos acabó la racha de suerte cuando el Huracán María destrozó la isla. Fue un golpe del cual algunos sectores de la isla tardaron años en recuperarse, y ciertamente algunos todavía sufren de los efectos.
Cuando pasó María, ya llevábamos años sufriendo de una economía por el piso, gracias en gran parte a los gobiernos ineptos (independientemente del color) que se han “turneado” por décadas en hundir al país. En verano del 2019, después de crasos mal manejos de ayuda “post-María” y actos inaceptables por el gobernador en turno, el pueblo se levantó en protestas masivas y forzaron la renuncia del gobernador, Ricardo Rosselló.
Apenas seis meses después de haber juramentado una nueva gobernadora, en enero de este año sufrimos los primeros de una serie devastadora de terremotos en la parte sur de Puerto Rico. Los peores en la isla en más de un siglo (1918 – Aguadilla).
Al mismo tiempo que estaban ocurriendo los terremotos, se estaba comenzando a desarrollar lo que luego se convertiría en la pandemia más seria que ha sufrido (y sigue sufriendo) el mundo entero desde… casualmente… el 1918 (conocida equivocadamente como “La Gripe Española”).
Ya no se escucha la frase que pareciera indicar que Dios tiene un favoritismo con nuestra isla, sin embargo no deja de ser cierto que todos nosotros somos bendecidos por Dios. Bendecidos porque, comparativamente con otras partes del mundo, los estragos del COVID-19 han sido menos… por lo menos hasta la fecha.
El ser una isla nos favorece hasta cierto punto, ya que no tenemos múltiples fronteras por las cuales preocuparnos. El punto de entrada mayor a la isla es el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín. También nos favorece que la gobernadora implantó medidas de protección relativamente temprano, dato reconocido… por lo menos por la prensa estadounidense.
Pero si algo ha salido a relucir a través de los últimos tres años, por si quedaba alguna duda al respecto, es la increíble resiliencia del pueblo puertorriqueño.
Cantazo tras cantazo… y aquí estamos todavía… esforzándonos pa’ echar pa’lante. Y esa resiliencia, mis amigos… es la verdadera bendición de Dios.
Nota: Gracias a mi cuñado, Harold Jessurun, por el arte para la ilustración de este artículo.
A la verdad que somos fuerte de caracter y resistente a la derrota. Lo que nos hiciera mas poderosos seria una mejor union con Dios y la sabiduria de votar por un lider que no sea politico.
Tienes toda la razón, Alex. Yo esperaría que en esta época de tener que estar en la casa, la gente utilizara el tiempo para reflexionar y dedicarse más a Dios. De toda experiencia, buena o mala, se pueden identificar oportunidades. En cuanto a la política, mi próximo artículo precisamente tiene que ver con cómo votamos. Confieso no ser muy optimista en este punto en particular. Gracias por tus comentarios.
Tal vez se trate de identificar a un líder que sea buen político. El problema no está en la profesión sino en la calidad humana de quienes la ejercen.
Saludos Vilma, y gracias por tu comentario. Obviamente tienes razón cuando dices que el problema no está en la profesión. Entiendo muchos nos expresamos así porque por largos años el político en Puerto Rico se ha caracterizado por no tener las cualidades humanas y de liderato necesarias para sacar al país de los graves problemas que atraviesa. También es cierto que la maquinaria política de Puerto Rico se define por los dos partidos que han existido por largas décadas. Quien intente establecerse fuera del marco de uno de esos dos partidos, tiene las de perder, lo cual es una triste realidad. El ser político en Puerto Rico, lejos de ser un llamado al servicio público por el bien del país, por mucho tiempo ha sido una oportunidad de “guisar” como decimos en buen puertorriqueño.
Creo que nuestra Isla bendecida por Dios continúa siendo así; pero hemos decidido en vez de ver el vaso medio lleno, verlo medio vació; porqué? Porque hemos perdido la sensibilidad del “ay bendito”.
Volver a la oración en nuestra habitación, poniendo así nuestro espíritu en sintonía con “El Yo Soy”, nos abrirá a tomar las mejores decisiones para el bien común; como debe ser.
Bienvenida al “blog”, Nora… y gracias por tus comentarios. Definitivamente vivimos en una isla bendecida por Dios. Una isla preciosa y tropical, con un clima que muchos quisieran tener. Rodeados por unos mares y playas espectaculares. Una naturaleza bellamente variada, con montañas, bosques, ríos, lagos, y demás. Yo pienso que las bendiciones de Dios son sobre todos nosotros los que vivimos en el planeta, aunque en el caso de nosotros tenemos la bendición de vivir en lo que muchos consideran es un paraíso.
El volver a la oración es la mejor sugerencia. Si en realidad nos consideramos tan bendecidos, deberíamos dar gracias a Dios todos los días, y deberíamos utilizar bien el paraíso que Dios nos ha concedido. Eso significa cuidar del medio ambiente, dedicarle tiempo y esfuerzo a nuestras familias para que las generaciones del mañana tengan los mismos valores que nuestros padres inculcaron en nosotros. Significa reconocer cuando los líderes lo hacen bien, con el mismo entusiasmo que mostramos cuando criticamos si lo hacen mal.
Aquí hay mucho que hacer, y cada uno de nosotros debe poner su granito de arena para que todo se logre, siempre buscando de Dios para dirección.