Hay un concepto erróneo sobre lo que son las palabras más difíciles de decir en nuestra cultura. La gente piensa que es “lo siento” (o “perdón”), pero tengo que discrepar. “Lo siento” llega en 2ndo lugar. Las palabras más difíciles de decir en nuestra cultura son “no sé.”
La popular frase “Si no lo sé, me las invento” es jocosa, pero un poco desconcertante a la vez. Jocosa, porque denota una personalidad viva y dinámica. Desconcertante, porque subraya la tendencia de muchos en nuestra sociedad de querer tener la respuesta (o la última palabra) a toda costa.
A través de los años, me he dado cuenta que son más numerosos los que no pueden decir “no sé”, que los que sí pueden. Y me pregunto si es algo cultural. También me pregunto cuál podría ser la razón detrás de esto. ¿Será el miedo a “quedar mal” por no saber algo? ¿Será alguna necesidad de obtener o retener la dependencia de otros? ¿Es algo genético?
Buscando sobre el tema en el Internet, hallé algunos artículos sobre el “sabelotodo”, pero los mismos trataban el tema con demasiada seriedad y como algo siempre negativo. En mi experiencia personal, las personas que tienden a “saberlo todo” no son ni personas negativas ni malas… muchas veces todo lo contrario. Sencillamente se les hace difícil decir “yo no sé.” Pero… de que hay muchos, hay muchos.
Como ingeniero, tuve la grata experiencia de trabajar en varias industrias. Pude ejercer y pulir mis conocimientos en diversos campos y disciplinas. Esto me ayudó no solo a interactuar con profesionales de diferentes áreas de especialización, sino que me ayudó a ampliar mis propios conocimientos.
Al emprender nuevos retos en áreas nuevas para mí, a veces tenía que aprender sobre la marcha. Dado que el decir “yo no sé” nunca ha sido difícil para mí, tuve pocos problemas, porque siempre lo acompañaba con la siguiente frase que es mucho más útil que “me las invento.” En vez de eso, es mucho más preferible decir “No sé, pero voy a averiguar.”
Me he topado con personas que tienen una respuesta para todos los temas. Algunos de los temas son desconocidos para mí pero, al ver que la persona tiene esa predisposición, mi primera reacción es poner en tela de juicio lo que la persona está diciendo. En ocasiones la persona entra en el campo de la ingeniería (si no son ingenieros), y ahí estoy yo esperándolo con una sonrisa de oreja a oreja. Es la trampa perfecta para estas personas. Están en mi área sin saberlo, y yo tranquilamente escucho mientras ellos mismos se “echan la soga al cuello”.
Debe ser algo genético, porque tengo dos hermanos y una hermana, y a mi conocimiento ninguno de nosotros sufrimos de ese “padecimiento.” Uno de mis hermanos es ingeniero también, y el otro es técnico electrónico con una vasta experiencia. Se nos podría excusar por creer saberlo todo, pero sin embargo nunca hemos “cojeado de esa pata.”
Entiendo es mejor ser de esta forma, porque en aquellas ocasiones cuando dices algo con autoridad, la gente tiende a ponerle más peso. La palabra es “credibilidad.” Aquel que tiene una respuesta para todas las preguntas de todos los temas, ya tiene el sello de “sabelotodo”, y oyentes pueden poner sus contestaciones en tela de juicio, como lo hago yo.
Pero nada… como todo, hay grados y hay extremos. Mayormente los que “si no lo saben, se las inventan” corren la gama de personalidades. Desde las muy buenas, bondadosas, inteligentes, y productivas… hasta todo lo contrario. El “saberlo todo” no es una crisis nacional. Es simplemente un rasgo de personalidad el cual la mayor parte de las veces es totalmente inofensivo.