¡Saludos! ¿Se acuerdan de mi amigo norteamericano Jack? ¿Al que le expliqué sobre las reglas de conducir autos en Puerto Rico, y a quien le expliqué sobre las caravanas políticas?
Pues me vino a visitar recientemente, para consultar un problema que está teniendo. La conversación que tuvimos es como sigue:
Jack: “Hola Rey. Oye tengo un problema que quiero compartir contigo.”
Yo: “Dime… ¿en qué te puedo ayudar?”
Jack: “Pues mira, es que tengo varios vecinos con perros. Por un lado tengo uno que le abre el portón todas las mañanas para que el perro salga a caminar, pero hace sus necesidades en mi grama. ¿Eso es permitido aquí?”
Yo: “Bueno… se supone que no pero, dime… ¿Cómo pretendes que los perros hagan sus necesidades en el patio de sus dueños? Los dueños no quieren oler eso, y además quieren mantener sus gramas lindas.”
Jack: “Sí, pero de donde yo vengo, la gente camina con sus perros y recoge cualquier cosa que el perro haga en la calle o una grama.”
Yo: “Bueno, Jack… quizás la gente no tiene el deseo de caminar en ese momento, y es más fácil abrirle al perro para que salga.”
Jack: (un poco confundido) “Pero… ¿y los derechos míos como dueño de mi casa y mi propiedad?”
Yo: “Caramba Jack… no sé qué decirte. Aquí a la gente no le interesa los derechos de los demás. Lo que el perro haga cuando sale por el portón no es problema de ellos.”
Jack: “Pero… ¿las leyes…..”
Yo: (interrumpiendo) “¿Qué leyes, Jack? ¿Qué leyes? Aquí no existe nada de eso. Al gobierno no le importa nada de eso. Pasar leyes de ese tipo, primero que no les trae votos. Segundo que no las van a hacer cumplir. Así que ¿de qué vale tener leyes?”
Jack: (frustrado) “¡Qué mal! Pero si ese fuera el único problema….”
Yo: “¿Tienes otro?”
Jack: “Sí. El otro vecino tiene un perro que ladra las 24 horas del día. No se calla. El dueño está ahí, pero le hace caso omiso al perro. Un día fui a quejarme, y salimos discutiendo.”
Yo: “Bueno Jack… el problema es que aquí no enseñan a los animales. Los tienen en el patio… pero no saben bregar con ellos. Algunos ladran porque tienen hambre o sed o calor. Pero otros simplemente ladran por ladrar.”
Jack: “¿Y eso no les molesta a los mismo dueños?”
Yo: “No. Simplemente ponen el aire central y se encierran en el cuarto a ver televisión. Así no lo escuchan y el perro ladrando es problema de los vecinos.”
Jack: “Pero… ¿y las leyes…?” (Ahí se detiene y se sonríe.) “Ya sé… ya sé… ¿Qué leyes?”
Yo: “Ya nos estamos entendiendo, Jack. ¿Algo más con lo que te puedo ayudar?”
Jack: (derrotado y cabizbajo) “No. Gracias por escucharme. Estoy frustrado porque no puedo disfrutar de mi propia casa sin que mis vecinos me afecten mi paz.”
Yo: (riendo) “Eso no es nada. Deja que te pongan un culto “religioso” en la esquina de tu calle y suban las bocinas que no te oigas ni tú mismo.”
Jack: (aterrorizado) “¡Ay bendito por favor!”
Yo: (echándole el brazo) “No te preocupes, mi amigo. Te vienes para acá y nos damos par de frías.”
Jack: “Gracias Rey. Eres un verdadero amigo.”
Yo: “Para eso estamos.”
Y con esa Jack regresó a su casa, pendiente a mas lecciones mías sobre la cultura de Puerto Rico.