El pasado miércoles vi la portada del periódico El Vocero de PR, y me llamó la atención el titular “Piden Regular el Ruido en Playas.”
Mi reacción y pensamiento inicial (y sigue siendo el mismo) fue “Ajá… suerte con eso.”
Tengo una sección completamente dedicada al tema de la cultura en mi “blog.” He escrito en innumerables ocasiones sobre la falta de consideración y de respeto que destaca la sociedad puertorriqueña hoy en día. Ejemplos de esto existen a “tutiplén.”
Menciónese la contaminación acústica en los cuerpos de agua. Háblese de sus efectos en los seres humanos y la fauna marina. Den ejemplos de lo que han hecho en Chile y cualquier otro país. Etc., etc., etc.
¿Qué efecto va a tener? El mismo que tiene todas las imploraciones hechas a diario por expertos, autoridades, y otros. Imploraciones que caen en oídos sordos por la cultura prevaleciente de “Primero yo… segundo yo… tercero yo.” Efecto neto: CERO, NADA, “ZILCH”, “ZIP.”
Si los mismos legisladores son incapaces de crear y establecer leyes significativas y ejecutables para solucionar esto, lo cual es un problema real… ¿Qué posibilidades hay?
Si por casualidad establecen las leyes, pero “no hay fondos” para hacer cumplir las mismas, con monitoreo efectivo y multas significativas… ¿De qué vale el esfuerzo?
Las comillas en “no hay fondos,” fueron a propósito. Sabemos que la disponibilidad de fondos es inversamente proporcional a la cantidad de corrupción e ineptitud en el gobierno.
Como en otros aspectos de nuestro diario vivir, necesitamos romper paradigmas existentes, bajos los cuales siempre hay veinte mil excusas y el famoso “Ay bendito” para evitar hacer lo que hay que hacer.