Han pasado varios días desde la horrorosa tragedia del choque aéreo entre el avión de American Airlines, y el helicóptero militar. Estamos en pleno proceso de investigación, la cual dicen tardará algunos 30 días.
Mi primera reacción al escuchar la noticia (y al ver el horrible video) fue orarle a Dios por las almas de los fallecidos, y por sus familiares.
Sin embargo, qué penoso ver las reacciones de muchas personas en el mundo que estamos viviendo hoy.
El Presidente de Estados Unidos no perdió tiempo echando culpas al partido contrario, y lanzando críticas a diestra y siniestra. En los medios sociales, rápido salieron los “expertos” con sus teorías de terrorismo. La sociedad ha perdido la capacidad de la empatía, el tacto, la sabiduría, y el sentido común.
En vez de esperar que salgan los hallazgos de la investigación, ya todo el mundo “sabe” qué fue lo que sucedió, el por qué, y de quién es la culpa.
Mis opiniones se limitan a aquello que es evidente. Un aeropuerto tan traficado como el Ronald Reagan Washington National Airport, al lado de un río, el cual parece ser trayecto rutinario de helicópteros militares, representa potenciales problemas diarios.
Los aviones comerciales de pasajeros deberían tener prioridad, y una libre trayectoria de aterrizaje, considerando que su capacidad para maniobrar rápidamente y esquivar es un poco limitada.
¿Hay la necesidad que los helicópteros militares utilicen una ruta a lo largo del rio, la cual intersecta totalmente con la trayectoria de aterrizaje de estos aviones grandes? A mi entender, no.
No me quiero adelantar a lo que arroje la investigación. Pero yo personalmente no me sentiría seguro aterrizando en un aeropuerto en el cual, en adición a un tráfico aéreo pesado, tienen que bregar con tráfico cruzado de helicópteros militares.
Espero eso se tome en consideración.